Sugar Ray Robinson vs Jake LaMotta es una de las más históricas y violentas rivalidades del boxeo, ya que ambos eran estrellas y tenían personalidades contrastantes.
El legendario “príncipe de Harlem” tuvo una imagen elegante, mientras que “El toro salvaje” era bien honrado por su apodo. El resultado de esto desencadenó 6 combates, entre ellos uno con historia particular: La legendaria masacre de San Valentín.
Los dos llegaron a profesional en el mismo año y con largos pasos a la brevedad. “Sugar” era un peso welter que en tan solo 1 año construyó un récord de 35-0, para rápido llegar al primer nivel.
Por su parte Jake fue un peso medio, definido pero indisciplinado. A su primer combate con Ray Robinson excedió por 10 libras y aún así no le alcanzó.
Lamotta derriba a Ray Robinson y lo saca del ring
En su segundo encuentro LaMotta fue mucho más feroz, comenzó cerrando espacios y acabó sacando a Robinson entre las cuerdas, brindándole su primera caída y también su primer derrota.
Jake emparejaba las cosas 1-1 con una decisión cerrada pero unánime, lo cual logró que se firmara el tercer encuentro tan solo 3 semanas más tarde.
En dicho encuentro, LaMotta logró derribar nuevamente a Robinson, Sin embargo, no era suficiente para vencer nuevamente a un Robinson que se mostró cerebral en su ataque y se llevó una decisión amplia a su favor. Lo mismo pasó para el cuarto combate.
Entre estos dos peleadores había algo que era electrizante y dió paso a programar una quinta cita. Pelea que por mucho, fue la más disputada y posicionaba a LaMotta como ganador a los ojos de muchos, al mismo tiempo que listo para un sexto combate.
Pelea 6: La masacre de San Valentín
El día 14 de febrero de 1951, 15,000 aficionados estaban en el Chicago Stadium para presenciar un episodio más del boxeo, el cual quedaría grabado por años.
Mientras que millones de personas en todo Estados Unidos disfrutan el combate por medio de una “nueva tecnología” llamada televisión, para “El Toro Salvaje” representó el ultimo rodeo tras vencer y hacer ver humano al mejor libra por libra del momento.
Gracias a un estilo mas depurado y exquisito, Ray Robinson estuvo más fresco que Jake, quien participó en diferentes guerras infernales que deterioraron su físico. La diferencia entre ambos para el sexto combate era notable.
Para LaMotta el desgaste de marcar las 160 libras fue incompensable, rebajó 4 libras tan solo en un día para poder dar el límite en el pesaje.
Su estrategia era obvia e inobjetable, “Me juego todas y voy arrancarle la cabeza a Ray Robinson temprano” pero fue seriamente lastimado en su intento.
Sugar golpeaba con potencia a las zonas blandas, consiente de que a Jake le haría falta el aire prematuramente, sus costillas retumbaban en la arena y los presentes se comenzaba a alarmar.
Sexto asalto, la oportunidad de LaMotta
El Toro vio la suya durante el sexto episodio cuando aturdió con un potente gancho a Robinson, golpe que reventó en sangre y puso en retirada al campeón.
La presión de LaMotta explotó y fue al ataque con ímpetu descomunal en busca del KO, su apuesta falló y el asalto termino.
Ahora con el tanque vacío vendría lo peor.
El brutal desenlace a nada de la tragedia
Durante los siguientes asaltos Ray Robinson aprovechó el profundo cansancio que acusaba a su rival y lo golpeó de forma brutal.
El ring salpicaba sangre desde todos lados, un público consternado por los sonidos de destrucción que causaban los impactos en la humanidad de LaMotta hacían gritar a los presentes que pedían detener el combate.
Ray Robinson estaba determinado a terminar con un Jake que con suerte y sin dientes lograba sostenerse de pie y lo hizo, solo que dejó un cabo suelto, fue que durante 6 combates y palizas descomunales LaMotta jamás fue derribado por Ray Robinson, hecho que lo enorgulleció por encima de un triunfo o derrota.
Si bien Jake jamás cayó a la lona en 95 combates tampoco volvió a ser el mismo después de la masacre, tres años más tarde se retiró.
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“Nunca me decepcionaste Ray”
Se dice que al terminar el combate LaMotta fue a la esquina de Robinson a decirle en señal de victoria sobre su derrota:
“Nunca me decepcionaste Ray, pero jamás pudiste tumbarme”.
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Dos monstruos en una confrontación monstruosa y sanguinaria.
Una verdadera masacre, que bueno que las peleas ya no son a 15 rounds, es muy emocionante ver una buena pelea de box, pero cuando están destrozando a un boxeador, deja de ser emocionante y surge el peligro por la integridad y la vida del púgil.